Nos quejamos a cada rato, de que los demás son egoístas, de que solo piensan en sí mismos, de que no se involucran. Nos quejamos en casa, en el trabajo y hasta disfrutando de un hermoso día soleado. Nos quejamos de a pocos o de a muchos, haciendo que la queja se vuelva contagiosa. Y, si bien quejarse un poco no hace daño, e incluso puede ser el motor para un cambio, el problema surge cuando nos estancamos en una espiral de inconformidad que no nos lleva a ningún lado.
La reconocida psicóloga uruguaya Liria Ortiz nos propone centrarnos en los aspectos positivos de todas las situaciones, que reflexionemos de un modo consciente sobre todo lo que nos quejamos. Es una provocación a practicar este «arte» de manera saludable, en su justa medida; tratando de ver lo que nos sucede y el entorno desde otro punto de vista que, más allá de la queja en sí, nos permita cambiar aquello que la genera.